lunes, 30 de marzo de 2009

Escenas 6-9

Escena 6

La fría madrugada es muy joven aún cuando el despertador en el departamento de Diana comienza a sonar, sin embargo los regios se encuentran teniendo plácidos sueños y les impide reaccionar a uno o a otro de inmediato. En el proceso, Marco tiene entre sueños un retroceso del tiempo, 10 años atrás, en algún momento en la carrera que Dianita y él emprendieron al mismo tiempo; recordó lo inseparables que eran, casi como mellizos. Recordó risas, bromas, lecciones, estudio, regaños, todos esos años pasaron rápidamente en el sueño justo antes de estirar la mano para apagar el despertador e ir a anunciarle a Diana que el taxi que la llevaría al aeropuerto está por llegar.

Diana llegó a vivir a Guadalajara casi por sugerencia de su amigo Marco, quien de alguna manera le había contactado con el hospital que a ella le encantara para hacer su especialidad casi 4 años atrás. Al principio él se sintió tan culpable de ver partir de su lado a su amiga entrañable, pero poco a poco fue comprendiendo que su sugerencia había sido solamente fruto de un mandato del destino, pues la joven Garza tenía que conocer al amor de su vida en éstas tierras, donde el viento sopla con distintas temperaturas según los ánimos de los lugareños. Él no es tapatío, ni siquiera es mexicano, pero su destino también lo trajo a éstas tierras donde cualquier semilla eclosiona y da grandes arbustos, todo con el fin de que conociera a la regia y conquistarla y ser conquistado.

Ahora él no está aquí y ella ha de ir a su alcance, pues el destino así lo había indicado desde antes que se conocieran. Una vez mas, Marco recuerda que las cosas suceden por algo, cuando se requiere que sucedan, pues la vida en sí es energía en movimiento.

Una vez lista, Marco le ayuda a bajar las maletas por las escaleras, las sube al taxi, y con un abrazo nuevamente se despiden y por última vez en esa inmensa ciudad, para cada uno seguir con sus propias vidas lejos de ella, en ciudades diferentes, con la esperanza de que la vida algún día les permita volverse a ver y abrazar, pero a sabiendas de que aunque estén lejos uno del otro, siempre estarán conectados; el destino forja en los humanos lazos inquebrantables en algunas ocasiones. Se cierra el círculo.

Un hasta pronto breve y Marco vuelve a la cama para intentar dormir un poco más, mas tarde tendrá que regresar a la exposición a seguir con la empresa que lo trajo a la capital de Jalisco una vez más. Lo que le impide dormir rápidamente no es la falta de sueño, ni el gélido aire que sopla afuera, sino la extraña sensación de que seguirán ocurriendo cosas importantes en lo que le queda de estancia por esos lugares.



Escena 7

Por error de programación del despertador se levanta tarde, así que rápidamente corre a la regadera y se ducha; mientras se cambia timbra el teléfono, tiene que correr a la estancia a contestarlo. No alcanza a llegar, pero lo que mas le agobia ahora es descubrir que por la ventana de la estancia, lo saludan los franceses a quienes había saludado en la parada del colectivo la noche anterior. Deseó ser tragado por la tierra o raptado por los extraterrestres en ese momento; ¿por qué no recordó que su ventana y la de los vecinos extranjeros están de frente?. De haber sido así, no hubiese corrido al teléfono en pura ropa interior.

Con el sol brillando en el cielo tapatío, Marco corre hacia la expo. Llega justo a tiempo para escuchar unas cuantas pláticas que le interesaban mucho, para presentar su cartel y posteriormente pasar a comer al Hilton, cortesía de algún nuevo laboratorio.


La comida deliciosa, la sobremesa de lujo, el vino tinto también, pero la atmósfera de tranquilidad de repente se vio interrumpida por un estriduloso trompetazo seguido de violines y voces varoniles: un mariachi!. Que curiosos vestuarios, pero que bien se ven. En mejor momento no pudieron haber aparecido, pues le hicieron recordar al regio que en ninguna de sus visitas anteriores le había tocado escuchar a alguno, y en ésta ocasión, Guadalajara se despedía a su manera del amigo norteño. Marco sonríe, con algo de nostalgia y nuevas emociones, después de todo se da cuenta que esa ciudad lo ha tratado como rey en cada uno de sus viajes, y si bien tal cual se lo decía su exnovio al oído, ahora las trompetas y cuerdas de aquel mariachi se lo estaban recordando.


Afuera 26 grados Celsius, Marco comienza a sospechar que los tapatíos no tienen nada k ver con los cambios de temperatura. Y mas vale que así sea, porque ésta noche comienza el fin de semana. Él se encuentra con todas las intenciones de salir a divertirse, pues no se encerrará para no recordar antiguas rutas que lo llevaban a lugares de mucha diversión, ahora da igual. Aún y cuando Saúl estuviera justo enfrente de él, ya no causaría las mismas emociones que antes. Él está listo para la ciudad ésta noche, pero, la ciudad lo está para él?. Quizá los franceses, que ya lo conocen en ropa interior, se encuentren en su camino; quizá los coreanos, quizá más tapatíos, quizá algunos otros regios k radican aquí o que andan de visita.






Escena 8


El futbol jamás ha sido de su completo agrado, ese es el motivo por el que no se ha unido al grupo de neonatologos regios que irán al estadio llevados por otro laboratorio ese mismo viernes por la noche; se trata del partido Monterrey - Guadalajara, lo cual le da exactamente lo mismo.En distintos puntos de la ciudad, pero simultáneamente, Lety Díaz yace dormida en la habitación de su amiga, Marisela Pérez da un paseo por Tlaquepaque, los neonatologos regios beben cervezas en el estadio, los jugadores del Monterrey y del Guadalajara salen a la cancha para el encuentro y Marco se arregla para salir de paseo.

Carlitos, otro de sus amigos tapatíos, es quien pasa por él para salir a algún bar, no sin antes tener una amena charla, esperando a que sea un poco mas tarde.
Carlos irá a Europa y pide al regio algunas opiniones respecto a los lugares que debería visitar; de repente, llega un mensaje de texto al celular de Marco. Se trata de una noticia importantísima: Los rayados le ha ganado a Tecos!. Obvio es que los neonatologos, quienes saben de la poca emoción que a Marco le despierta el futbol, tienen un poder sobrenatural muy fuerte para adivinar que tenían que mandarle ese mensaje para recordarle que cualquier asunto regio que tuviera pendiente con Guadalajara, ha sido superado.

Noche de Fiesta en el Circus. Nada realmente importante puede acontecer ahí, de manera que las horas pasan y es tiempo de regresar a casa. Pero la noche tiene algún otro simbolismo guardado bajo la manga. Los amigos, quienes salieron de aquel lugar con hambre, acuerdan ir a cenar antes de llegar a casa. ¿A dónde llevaría el tapatío al regio a cenar?, ¿acaso al mismo lugar donde su ex lo llevaba cada que salían de fiesta?. Si, exacto, no podía ser de otra manera, y es que el viento frío que nuevamente se siente por la madrugada, explica que todos los tapatíos son iguales y terminan actuando y pensando igual y terminan yendo a los mismos lugares. Aún así, no tiene nada de que quejarse, pues bajo las circunstancias que sean, ese lugar es muy rico y la verdad de las cosas es que siempre que había sido llevado ahí, había sido con las mejores intenciones de saciar el hambre que al visitante suele darle por las madrugadas de fiesta, y ésta no era la excepción, solo que el tapatío amable de ésta noche llevaba otro nombre. La cena supo a gloria como siempre, pero ya es tarde y hay que irse a dormir, pues Marco aún tiene pendientes en el congreso por la mañana.




Escena 9

Un despertar tranquilo en una mañana nada fría. Es sábado de congreso, de premiación, de clausura, de hasta prontos.

Algunos apellidos que llenaron las inmensas salas del centro de convenciones ya no se escuchan: Iruegas, Pérez, Ugalde, Hernández y Castillo ya se han regresado a Monterrey, y en el transcurso del día todos los demás. De los regios, solo Díaz e Ibarra están presentes en la ceremonia de premiación. Ambos presentaron cartel, ambos tenían asuntos pendientes y círculos personales que cerrar en Guadalajara, ambos ignoraron a aquellos seres queridos que se oponían a su viaje a la perla. Pero sin ponerse de acuerdo, en Monterrey llenaron sus maletas de coraje y determinación para concluir de una buena vez aquello para lo que todas sus vidas se habían estado preparando.

Ni Marco Ibarra ni Lety Díaz fueron llamados al frente para recibir un diploma de primer o segundo lugar o alguna beca para un congreso internacional, sin embargo, esa mediodía recibieron un trofeo y un reconocimiento por su entereza, por su fuerza, por su valentía y por su resistencia al poder respirar durante todos esos días el mismo aire que el que respiraban aquellos que un día fueron el amor de sus vidas y que ahora solo son sombras de un pasado bien vivido. Al parecer, el comité de premiación del evento sabía perfectamente la ambigüedad de la presencia de ambos en ese congreso. El fuerte aplauso de todos los congresistas a los dos ilustres residentes de neonatología de Monterrey, han hecho vibrar los corazones de ambos, y eso es bueno, porque no ha pasado mucho tiempo de cuando ninguno de los dos creyera que tendrían mas corazón. En la enorme sala la ovación es absoluta.
Ahora si, Díaz e Ibarra podrán regresar a casa con trofeo en mano, orgullosos como siempre lo han estado de si mismos; que pena que por un tiempo hayan olvidado lo mucho que valían. Ambos podrán regresar con las mismas maletas con las que vinieron, pero con la seguridad de que ese peso que Marco sentía de más en su maleta al llegar a Guadalajara, ya no estará presente a su regreso. El destino les había puesto un sobrepeso por alguna razón, pero habiendo hecho de las suyas, ya lo habría quitado.



El congreso ha sido clausurado, mientras en alguna sala contigua se inauguran EXPO TU BODA y BECATON 2009. Miles de jóvenes estudiantes y futuros matrimonios han llegado hasta aquí con un brillo en sus ojos que solo la ilusión brinda, ese brillo del que carecían las pupilas de Saúl la última vez que Marco lo vio. El tapatío no quería que se notara y quizá esa haya sido la razón por la que evadía mirarlo fijamente a los ojos.

Es hora de comer, así que Lety y Marco se van a algún lugar típico a ingerir algún platillo coquetón con lo que celebran su triunfo para posteriormente despedirse temporalmente, se reencontrarán pronto en la siempre cálida Ciudad de las montañas, donde la gente le sonríe a la gente, a los animales y a las cosas, donde los cerros otorgan fuerza y empuje a sus habitantes con su sola presencia, donde los árboles no crecen mucho para no ocultarles demasiado el sol a sus habitantes.

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