domingo, 17 de mayo de 2009

Capítulo CINCO (Lady Diana)

LaDy DiAnA




El sol está por ponerse; Monterrey se encuentra a 30 grados, pero un ligero y encantado viento del norte comienza a refrescar un poco la ciudad.

El panorama es muy diferente, en aquella esquina donde los alumnos solían sacar copias y engargolar sus trabajos ahora han puesto un inmenso seven eleven; el estacionamiento de la biblioteca ahora tiene sistema de entrada y salida automatizada, además de que ahora tiene costo. Las bugambilias y los fresnos son un poco más grandes, lo mismo que los pinos; las mesas y bancas de cantera que habían sido colocadas en la plaza central de la facultad de medicina mientras Diana y yo estudiábamos ahí, han sido sustituidas por otras de hierro forjado. Incluso el gran kiosco central ha sido retirado.

Rápidamente nos percatamos de todo esto Diana, quien al fin ha regresado a su natal Monterrey, y yo. Una mágica nostalgia inunda los momentos de ésta primera vez que nos vemos a su retorno, justo en el sitio en que nos conocimos.

En medio de esa atmósfera de cambio, al fin nos encontramos con un sitio que, en contraste, nos es completamente familiar, idéntico a la primera y última vez en que estuvimos ahí. En el ala oriente del edificio principal de la Facultad de Medicina, sigue sin cambios el jardín de Gonzalitos; una plaza que guarda la estatua en mármol y cobre de aquel ilustre fundador de la facultad y el Hospital Universitario, con su pebetero encendido y una corona de flores. Los 12 años que llevamos de conocernos la plaza, Diana y yo, no han producido cambio alguno en ella. Por obvias razones, es ahí donde decidimos quedarnos a charlar un rato.

Diana y yo tenemos tanto de que hablar que resulta imposible contenerlo en el poco espacio de tal plaza al aire libre y en el poco tiempo de una tarde y noche libres.

Lady Di ha culminado su regio reinado en la capital de Jalisco. Hacía 4 años había sido enviada como embajadora de Monterrey en Guadalajara, y durante su estancia fue coronada como emperatriz de todos los asuntos regios en tapatilandia. Durante ese tiempo, la reina de corazones y de glorias de leche, había conquistado el corazón de un sensual extranjero que también había sido enviado a aquella ciudad: Hiram, quien fungía como embajador de Puerto Rico en Guanatos y como sultán de todos los asuntos caribeños en el oeste mexicano. Como ambos son de sangre azul, ninguna de las dos familias reales se han opuesto a su feliz unión.

Días atrás, la Dra Garza se había despedido de Sonia, Madame Sazú y del resto de sus damas de compañía tapatías en aquella tierra occidental, pues su ciclo en esa ciudad también se había cerrado. Su misión ahora era regresar a su natal y amada tierra para arreglar algunos asuntos y finalmente irse al encuentro de su futuro esposo en otro reino muy lejano.

Su historia no es nada similar a la mía. Yo, en cambio, no soy de sangre azul. Pertenezco a la clase burguesa y trabajadora, con las comodidades obtenidas solo del esfuerzo realizado. También estuve en aquella ciudad jalisciense, pero mi historia de amor no fue la de un cuento de hadas. Aún así, la realeza regio-caribeña ha decidido tenerme en su corte, y con eso es más que suficiente para mí.

La luna ha empezado a brillar y Su majestad, Diana Garza de la Garza y Garza, ha retomado el tema Houston, pues ella ya había expresado que tenía que ir a arreglar algunos asuntos personales. Nuevamente tendrá que fungir como embajadora. Ésta vez la he nombrado embajadora de todos mis buenos deseos y buena vibra para mis grandes amigos Jorge y Lily, a quienes años atrás presenté con Diana.

En su carruaje encantado, fabricado con una naranja de Montemorelos, llegará al palacio de los Gómez-Moreno a entregar, en cofre de las más finas maderas Amazónicas, el mensaje escrito con mi puño y letra, en papel papiro traído de la rivera del Nilo, con tinta traída de Beijín y pluma de Quetzal de la península de Yucatán.

Esperemos que el hechizo de paz, salud y prosperidad, escrito para ellos en unas cuantas líneas, resulte tan efectivo como el conjuro que hice para convertir ese cítrico en el carruaje que llevará a su alteza real hasta aquella ciudad texana. Aún está cansado mi brazo por agitar mi barita Mont Blanc.

Sin mas hechizos bajo mi manga, y sin hacer alarde al rancio abolengo de mi amiga, nos damos cuenta que es momento de irse. Una vez mas, saldremos juntos por el portón de hierro forja del CRIDS; ésta vez sin fanfarrias, sin escolta real, pero con muchas otras cosas mucho mas importantes que tratar; ésta vez, en contraste con hace algunos años, no tendremos que volver, sino que volveremos cuando sintamos la necesidad de recorrer los pasillos donde alguna vez nos empapamos jugando con agua de los bebederos saliendo de clases, donde solíamos aventar a Clarita a la zanja por contarnos un mal chiste, donde nos fumábamos un cigarrillo con Eliud y con Deyanira…

Aún y cuando toda mi magia ha sido ya utilizada, por puro amor a los cuentos de hadas y a los finales felices, he hechizado un huso que he escondido en la torre más alta del castillo de la princesa regia para que sus padres, los reyes de Mitras Centro, no lo encuentren. Al llegar, subirá a la torre atraída por su típica curiosidad y sed de conocimiento y nuevas aventuras. En toda su vida no ha visto un huso, y mucho menos ha de saber para que sirve, lo cual infundirá en ella más deseo de tocarlo, y cuando eso ocurra, caerá en un profundo sueño. Dormirá por horas y horas hasta que la despierte el beso de un verdadero amor. Piojo, el Poodle de su hermana Silvia, será el encargado de darle tal beso antes de las 6:00 hrs para que ella pueda realizar su rutina de asicalamiento y llegar a tiempo a la terminal aeropuertaria de la capital del noreste mexicano.

Puff. De Médico a Hechicero. ¿Deberé cambiar el nombre de mi blog a Brujito Corazón?

sábado, 9 de mayo de 2009

Capítulo CUATRO (El mago de Oz 4)

El Mago de Oz (final)

Una gran torre anaranjada con un láser verde en lo más alto de ella se lograba ver a muy poca distancia ya. Muy cerca de esa torre, uno de los símbolos de Ciudad Esmeralda, el palacio de hierro. Y no precisamente la tienda departamental, sino la morada del mago de Oz.


En otros tiempos, el palacio era más bien un complejo industrial que se dedicaba a la fundición de acero. Fue en gran parte responsable del crecimiento y auge de la ciudad. Ahora que Ciudad Esmeralda es tan pujante, estas ruinas fueron convertidas en hogar del habitante más ilustre de todo el reino: el Gran Mago de Oz.

Tanto era el camino que habían recorrido, que las canciones con las que veían divirtiéndose habían tenido que repetirse más de 3 ocasiones. Cualquiera que los hubiera escuchado cantar lo mismo y lo mismo, hubiera pensado que se trataba del elenco de Casa de Lola, que para mala suerte de Dorothy y Toto, no abriría esa semana.

Al fin llegaron al Horno 3, nombre con el que se conocía también al palacio del mago.

Y para no hacer el cuento más largo, el mago les entrevistó rápidamente, ya que Secretaría de Salud había prohibido el hacinamiento en lugares encerrados, pues la epidemia de gripa humana estaría en su apogeo.

-¿Qué desean?- replicó el gran mago con voz áspera y fuerte.-No tengo todo el tiempo del mundo, así que hablen rápido y con calma a la vez, fuerte pero sin gritar.-

-Queremos que nos ayudes, oh! Gran mago- tomó la iniciativa la pequeña Dorothy. –Mis amigos han marchado conmigo hasta aquí pues quieren que les concedas un CORAZÓN, CORAJE e INTELIGENCIA (mientras señalaba con su dedo al hombre de hojalata, a la leona cobarde y al espantapájaros respectivamente). Por otra parte, Toto y yo queremos que nos ayudes a regresar al De Efe, que es de donde hemos venido y no sabemos como regresar.-

En cualquier otro momento, el mago hubiese seguido la trama del libro original, pero dadas las circunstancias, y tomando en cuenta los hermosos Valentino rojos de Dorothy, decidió resolverles su asunto de ipso facto.

-No se hagan goeyes. Tú, leona, eres mas valiente de lo que muchos quisieran ser, no me digas que fue sin querer que lograste irte a hacer lo que sea que estás haciendo a Barcelona. Tú, espantapájaros, siempre sabes qué hacer y qué decir, encuentras la mejor manera de alentar a tus amigos y además siempre fuiste un ñoñazo, no te hagas. Y tú, hombre de hojalata, claro que tienes corazón, si sientes que hay vacío en tu pecho, es porque así es, está listo para llenarse de quien merezca estar dentro de él.-

Dicho esto, los tres se quedaron pasmados analizando las sabias palabras del sabio mago.

-En cuanto a ustedes, Toto y Dorotea, tengo la solución aquí en mis manos… un par de boletos de Interjet, vuelo directo a la capital mexicana. Todo lo que tienes que hacer, Dorothy, es tomarlos, luego abrazar fuertemente a Toto y chocar tus talones calzados con esos preciosos zapatitos rojos mientras repites: Viva México!, viva México!, viva México!. Pero mi recomendación es que primero se den una que otra ida al antro antes de partir, porque Cd Esmeralda es EL LUGAR.-

-Gracias querido mago!- gritaron al unísono los 5.

El mago les pidió que se fueran y que deshecharan los cubrebocas que les habían sido otorgados al entrar al palacio, en el cesto de residuos peligrosos biológico-infecciosos que se encontraba justo a la salida. Como siempre, Roy el mago, despidió a su visita de una manera muy educada, pues sus modales los aprendió de la crema y nata de la sociedad de la ciudad que lo vio nacer algunos años atrás, antes de mudarse a Oz.

Felices los 5, salieron de antro con otros amigos; el mago inclusive los acompañó, hasta el hada buena del norte estuvo con ellos a veces.


Y todo cuento llega a su final, así que Dorothy y Toto se despidieron de sus nuevos amigos. Con maleta y pases de abordar en mano, Zapatillas super cool a sus pies y con muchas ganas de volver a su tierra. Dorothy abrazó fuertemente a Toto mientras se subía a su avión y chocaba los talones repitiendo tres veces en voz alta las palabras que le dijo el mago.

La leona volvió a Barcelona, el mago tuvo muchísimo trabajo que hacer, la bruja buena del norte enfermó de causas distintas a la epidemia, el espantapájaros espantó pájaras pa’ siempre y el hombre de hojalata volvió a lo suyo también; después de todo, hasta los protagonistas de los mas encantadores cuentos de hadas, llevan o tratan de llevar vidas “normales”.


(Karla "La leona cobarde", Gualy Mu "El espantapájaros", Marky "El hombre de ojalata", Dan "El hada BUENA del norte", Richi "Dorthy" y Marks "Toto")

El Fin... o mas bien... Al FiN jajaja