domingo, 29 de marzo de 2009

Escenas 3,4 y 5

Para los que no las habían leido y les han gustado, hoy publico otras 3 escenas del último capítulo de mi primera temporada. Espero les sigan gustando.

Escena 3

Las mañanas son frías en Guadalajara, y es que la gente de por ahí tiene un algo que logra disminuir la temperatura de lo que sea que toquen.

Suena el despertador y ambos regios despiertan algo confusos, aún bajo algunos efectos del alcohol consumido la noche anterior. Se levantan y Marks se mete a bañar para posteriormente arreglarse de gala para la presentación de su cartel. Toma un taxi, se dirige a la expo Guadalajara.


El sol brilla, comienza a encenderse un calor interno dentro de él. Quizá sean los nervios producidos por el conocimiento de la presencia de otros 3500 neonatologos de toda la república en el evento al que ha acudido. Mientras se inscribe, llegan a su mente flashazos de la noche anterior, en donde Madame Sazú, una de las invitadas de la regia adorada, le dijo que la persona con quien tiene asuntos pendientes está en la ciudad y no en el extranjero al que no pertenece. Con éstos pensamientos asaltando su mente, ahora se cuestiona a si mismo: ¿He de llamarle?

Los organizadores del evento escoltan al amigo de la sultana al lugar donde ha de publicar su poster. En el camino se encuentra con caras conocidas de hace tiempo, entonces entiende que su círculo se está cerrando: la gente de Monterrey está en Guadalajara, e igual que él, han de regresar a su tierra a continuar con sus vidas.

Buenas pláticas ese día en el congreso, excelentes y muy expertos expositores y para concluir el día de congreso, el cartel de Marco es seleccionado para seguir participando en la siguiente fase, la cual se realizará al día siguiente. Todo parece ir en orden, Marky lo está logrando.

Escena 4

La gente tapatía no es fría en todo momento, así que la temperatura de la ciudad a las 2 PM es de 20 grados, clima perfecto para que los representantes médicos de laboratorios varios, lleven a los expositores a comer a un lujoso restaurante, donde Marco decide dejarse consentir y empieza a tomar bebidas tropicales como si estuviese deshidratado.

Para entonces se había dado cuenta de que para cerrar bien el círculo, tenía que confrontar y superar toda emoción que ésta ciudad representara, y el asunto Saúl aún hacía mucho ruido en su interior. Cuatro cervezas y el aliciente de su amiga Lety fueron suficientes para encontrar el valor de agarrar el teléfono público y llamarle al tapatío...
-Saúl: ¿bueno?
-Marco: Si, ¿el Sr Lomelí?
- Saúl: si, ¿diga?
- Marco: hahaha, ¿qué onda?, soy Marco! Solo para ver si estabas aquí, decirte que yo ando acá y ver si podríamos vernos para platicar.
- Saúl: ¿Qué onda?, no te reconocí... menso... si, claro, cuando te desocupes márcame... ¿como a las 7:30?- Marco: Sale, bye

Que impacto, lo hizo; a pesar de las recomendaciones de muchos, Marco le habló y le pidió que se vieran. Sinceramente él pensaba que su ex se negaría, y sin embargo accedió de una muy extraña, pero buena manera. Mientras esa hora llega, a seguir aprovechando la estancia en el restaurante.



Escena 5


Marco se apresura a llegar al depa de su amiga. En su camino reconoce perfectamente las calles y avenidas por las que su exnovio solía pasearlo para llevarlo a tantos lugares ricos y coquetos; es regio, y eso explica que sienta nostalgia, es inevitable; pero también extraña la inmensidad de las montañas de su tierra y el olor a cabrito al pastor, los calores infernales del verano, el cauce sin agua del río que atraviesa su metrópoli y a su familia y amigos, es normal todo sentimiento, es humano, todo está en orden.

En el departamento se baña, pues aún olía a congreso, a mariscos y a micheladas sin clamato. Elige un outfit apropiado para tal ocasión: camiseta negra de Soho con escote semipronunciado, jeans Zara de corte straight con detalles vintage, chamarra roja muy de ondita de Sfera y unos tenis negros comodísimos de Flexi. La fragancia seleccionada para esa ocación fué Black de Kenneth Cole.

Es la hora, el lugar está a 5 min caminando, así que se emprende a su probable último encuentro con aquel hombre al que considerara, en un pasado nada lejano, tan sensual y atractivo, pensando dentro de si y aún con temor, de que al verle, quizá enloquecería y se lanzaría a su cuello para no soltarlo nunca jamás.

Y ahí estaba él, al doblar la esquina de Providencia y Pablo Neruda, en un outfit antes visto, pero ésta vez con facies inexpresiva (muy sobreactuada por cierto). Entonces Marco recuerda que así son los tapatíos y que precisamente es esa la razón por la que la temperatura ha empezado a disminuir nuevamente. Pero los regios no ocultan las cosas, y con una sonrisa perfecta de pediatra le saluda con la mano, luego con un fuerte abrazo y nuevamente un saludo de mano, como se acostumbra en su tierra. Pero la noche es fresca y el ánimo de él y el de todos los tapatíos no se modifican con tales actos.

Café lleno de gente, escenario perfecto para un enfrentamiento sin violencia física o verbal de cualquiera de las partes; ordenan sus bebidas y pasan a su mesa.

Marco trató de repasar rápidamente mientras entraban, todas las posibilidades de charla y/o ataque de aquel raro espécimen a su persona, pero el mundo gira demasiado aprisa, las cosas no salen siempre como uno las espera y aquel que se dice inteligente se adapta a los cambios de su medio ambiente. Repentino cambio de estrategia, no habría de hablar de lo que pasó entre ellos, de las cosas que lo lastimaron y que fueron responsables de noches de llanto, días de no probar alimento y pérdida del sueño y peso, sino que mas bien lo cuestionaría de lo que ha pasado en su vida desde que perdieron contacto.

Entusiasmado de verdad, le interroga sobre su vida actual, y en la primera respuesta de él, Marco obtuvo además las respuestas a todas sus otras dudas aún no cuestionadas. Saúl evade en todo momento la mirada auténticamente atenta del que fuera la mejor pareja que había tenido en sus casi 30 años de vacua existencia; ve hacia la ventana, hacia el piso, hacia su té herbal, a sus manos. La verdad es que su mirada está tan dispersa como sus comentarios.

Saúl se esmera en decir, aún con facies inexpresiva, que es muy feliz ahora, porque al fin está viendo cuajar sus sueños de años. Marco reconoce de inmediato que no es así, pero encuentra paz en su interior al descubrir que él no será quien siquiera intente sacarlo de su viaje mental sin rumbo, como quizá lo hubiese intentado hasta cansarse, si se lo hubiese pedido algunas semanas atrás.

El mundo gira muy rápido, y aquel por quien hasta hace poco lloraba y por quien sintió que podría llegar a entregarlo todo, ahora se convertía en blanco de su compasión y de su lástima. Poca gente ha inspirado en el regio tal sentimiento, motivo por el que ahora más que nunca, está convencido de que Saúl, después de todo, no es el indicado.

La noche sigue refrescando y la razón son las palabras de Saúl, las cuales siguen sonando sin eco, siguen sin tener algún sentido coherente, siguen sin parecer las palabras de una persona de su edad y con su preparación. Entonces, al sentimiento de compasión y lástima que ya comenzaban a incomodar la tranquilidad de Marco, se añade ahora el miedo; miedo de saber que la persona que había perdido, mas bien se estaba perdiendo a si mismo, sin rumbo y sin ambiciones razonables.

El mundo gira muy rápido, así que rápidamente transcurrió una hora llena de constantes contradicciones. Ya es hora de partir para Saúl por cualquier pretexto que al regio no le interesa; Marco le otorga a su ex su bendición, y la reciprocidad que no se había dado en meses al fin se dio. Saúl se insinúa a llevar a Marco al departamento de Diana, pero ni siquiera eso necesita de él, el encanto se ha roto en todo el sentido de la palabra. Por alguna razón, mientras el regio se alejaba caminando, el tapatío le grita: GRACIAS!!!


Marco, quien vestía sensual esa noche, camina regocijado por las calles de Providencia, saludando a un par de franceses que se bajaban del colectivo, mientras se da cuenta de que esa sensación rara de haber ganado una batalla que ni siquiera se inició, fue consecuencia de la mirada, las intenciones y los comentarios distraídos del entrevistado de la noche, así como también de lo bien que se sentía por regresar a casa con las manos y el corazón vacíos; y es que, ¿de qué otra manera se pueden llenar ambos si no se vacían primero?

Diana, quien esperaba ansiosa en la sala, se entera de todo primero; el abrazo entre ambos regiomontanos es más que el abrazo de hermanos que siempre se dan cuando se ven, es el festejo por el inicio de una nueva era para ambos, y de donde ambos vienen, los festejos se acompañan con abundante comida y bebida.



La noche sigue enfriándose. ¿Será porque al despedirse de Saúl, Saúl mencionó que al día siguiente le avisaría si se hacía algún plan, y mientras se encuentra tramando algo?

El calor de dos regios durmiendo aún en Groenlandia, no se minimiza por esas circunstancias propias de gente y lugares muy distintos a los k ellos conocen.

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