En su depa, localizado al sur de Monterrey, y con el más hermoso Palacio de Hierro del país como panorama en la ventana de su sala, Roy (el gran mago de Oz) ha recibido a algunos amigos para disfrutar de una deliciosa noche de viernes. Ile, Anaís, Dan, Marco y él platicaron de hartos asuntos triviales, pero divertidos.
Sara, quién no asistió a la velada por acudir a la inauguración de un nuevo bar, se ha mantenido en contacto con ellos por SMS. Sara tenía mucho que contar, pues al evento acudieron Ana Guevara, Lola la trailera, Paquita la del barrio y otras personalidades afines igual de femeninas.
El mago de Oz está algo nervioso porque en unas semanas tendrá que ir al viejo continente otra vez, y entonces visitará a Karlita, la leona cobarde.
No será la primera vez que Roy ande de aquel lado del Atlántico. Justo un año atrás, circunstancias del desamor, el engaño y la traición, lo obligaron a huir del país en un heróico autoexilio temporal que le ayudaría a meditar y comprender las causas que llevaron a aquellos seres queridos a lastimarle de tal manera. El costo fue alto, pero la recompensa fueron el perdón a los villanos y la paz interior.
Su núcleo actual le mantiene estable y felíz, aunque en el fondo sabe que le falta algo. Mientras, se ha sabido rodear de buenos amigos para sopesar el faltante que aún no ha aparecido en su vida, pero que los astros han instado que pronto ha de llegar.
A muchos kilómetros de distancia, Rocío Banquels, gran amiga de Ericka, Sergio y Greg, ha alzado su encantadora voz gitana para conjurar a la luna una vez más, como solía hacerlo en los 80’s, pero ahora para Marco: “Tú, luna mágica, ayúdale a volver junto a mi…” Han pasado 20 años, pero su inigualable voz ha surtido efecto, y en la perfecta escena multicolor de la terraza de Roy, aparece aquel “chico de la foto” que Marky conociera meses atrás.
Por alguna razón los invitados se despiden casi al arribo del amigo del doc, excepto claro, Roy.
Entre 3 la conversación se vuelve un poco más íntima, y el gran Roy confiesa al casi desconocido, una que otra historia de su pasado. Pero su confianza hacia él, que había surgido de la nada, comienza a desaparecer rápidamente cuando comenta que antes de llegar al departamento de Roy, se encontraba leyendo un libro.
Roy y Marco sabían por su amiga Sara, que el ahora intruso se encontraba en la inauguración de aquel bar, mas ninguno de ellos quiso revelarle que sabían la verdad. Viéndose el uno al otro, leyéndose las miradas, los amigos se cuestionaban las razones que lo llevaban a decirles cosas que no eran, pero igual acordaron en silencio guardarse el secreto.
La noche envejeció y los tres se dispusieron a ir a la cama… cada quien a la suya (mas vale aclararlo). Marco se quedó a dormir en una de las recámaras de visita del lujoso apartamento Sampetrino, y al despertar, recordó algunas escenas de la noche anterior, donde aquél encantador chico comenzó a perder el encanto.
Roy sabe que los mortales son imperfectos, pero aún así, coincide con la opinión de su amigo regio. Para corroborar lo pensado, los hechos hablaron por sí mismos: después de esa noche, el joven regio no buscó más al susodicho y el susodicho tampoco le buscó a él. Desapareció como era esperado, dándole a Roy toda la razón.
El consuelo de Roy es que Marco no se ha entristecido ni enojado, sabe que su amigo se encuentra ahora en un plano mucho más elevado que eso. Sabe que no se ha encapsulado en un caparazón, sino que más bien está aprendiendo de ésta FALSA ALARMA. Quizá, ésta nueva cualidad del regio sea la única que pueda envidiarle.
Pronto llegará el día en que Roy tome su avión que lo lleve a Barcelona y la luna mágica será testigo de las aventuras que él y Karlita tendrán en Montjüic, Port Olympic y Las Ramblas.
Yo mas que a la Luna Mágica de la Banquells, prefiero cantarle a la Luna de la León ( de Eugenia!)…escúchala y sabrás de lo que hablo…..ahí voy leyendo de atrás p alante…
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