martes, 16 de junio de 2009

Capítulo 10 "La profecía"

"La PrOfEcÍa"

El amigo Roy y la amiga Nubia están por irse de Monterrey, según estaba escrito. Uno se irá a Europa por mes y medio y la otra a Indonesia por medio año. Debería estar ya acostumbrado de ver irse al extranjero a mis seres queridos, pero sigo manteniéndome renuente a cambiar esa y otras conductas mías.

Para despedir a Nubia, se ha organizado un coktail en El Riviera, el mismo día en que se hará también, pero más temprano, una fiesta de despedida en un Catamarán en La Boca para Daniel, otro amigo que se va a vivir a España.


Al evento vespertino, Roy y yo asistiríamos sin falta, pero el intenso calor bochornoso de un Monterrey en pleno verano, nos hizo renunciar a esa misión para mejor disponernos a jugar Play Station en su depa antes de alistarnos para ir a lo de Nubia.

Ya de noche, la ciudad no es tan imposible, así que con atuendos ligeros y veraniegos, nos dispusimos a acompañar a Nubis en su última noche del 2009 en el país.

Como siempre, El Riviera concentró esa noche a un montón de regios coquetones. Una deliciosa cena a base de mariscos y muchas heladas bebidas embriagantes se dispusieron en la mesa reservada para la ocasión, y alrededor de ella, fueron servidos los mas deliciosos manjares: los invitados.
Después de brindar por ella y por Roy, en aquella terraza sampetrina, algunos nos trasladamos al lugar de costumbre para antrear un rato. Nos divertimos un par de horas y posteriormente Roy y yo nos fuimos a seguir el copeo a su depa.

Intenso es que a esas horas de las madrugadas, comenzamos a discutir la teoría de Nietzche que dice que aquello que distingue a los humanos del resto de los animales es su capacidad de olvidar, aunque yo me opuse severamente a esa teoría; pero el debate no nos llevaría a ningún lado, así que mejor preferimos firmar un acuerdo de paz temporal y nos dispusimos a ir cada quien a su cama a dormir y descansar.

El domingo fue de ocio. Por la noche regresé a mi depa y me dispuse a recoger la ropa limpia que faltaba por doblar y acomodar estratégicamente por colores en el ropero. Luego, llegó la necesidad de reorganizar mi escritorio, ese que uso para leer mis libros y revistas llenas de ciencia y adelantos médicos, donde también uso la laptop para contactarme con mis amigos o para subir y ver mis fotos y las de mis amigos en el facebook.

No había mucho que acomodar, pero estaban ahí, desde meses atrás, unas postales del Viejo San Juan de Puerto Rico, de Vancouver y de Madrid, que algunas de mis amistades me habían traído de sus viajes recientes. Me quise rehusar por un instante a buscar el sitio donde habría de guardarlas, pero no podía oponerme a algo que ya estaba predicho que tenía que suceder.

Meses atrás, cuando por mi sangre aún circulaba magia, había hecho un conjuro sobre aquel baúl donde guardo ordenadamente muchos de mis recuerdos, oponiéndome completamente a aquél pseudonazi que escribiera su teoría de “El Animal”. El hechizo aseguraba mi psique y mis emociones para no desestabilizarse, pues en él encerré también un pasado que en ese momento me dolía, pero que a su vez, era el que me dotaba de magia.

Él había quedado encerrado ahí, impreso en 12 fotos que estuvieron ocupando los marcos que ahora contienen fotos de mis amigos. Decreté sobre ese baúl, escondido en lo más profundo de mi closet, donde alguna vez estuve, que algún día no muy lejano habría de encontrar esas fotos y ya no me causarían dolor, y así fue.

No las ignoré, las observé una por una. Recordé lo que me llevó a buscarlas, seleccionarlas, imprimirlas y acomodarlas estratégicamente por toda mi recámara. Recordé lo que sentía en ese momento y que me llenaba de una fuerza que el día de hoy ya no siento. Recordé también cuando las sellé ahí dentro con la magia que aún me quedaba y decidí convertirme nuevamente en mortal, haciéndole caso a mis primitivos mecanismos de defensa del “yo” para no sufrir más.

Al parecer hice un buen trabajo en aquél momento; mi instinto de conservación me permitió salvar esos recuerdos, en vez de deshacerme de ellos, y eso me hace más fuerte en éste momento, porque estoy consciente de lo lejos que puedo llegar y de lo alto que puedo volar. Olvidarlo no tiene caso, mas bien, sería como estar volviendo a empezar desde el principio cada vez. Nietzche es quien está equivocado, debería recapitular desde el más allá y reescribir su teoría.

Mientras, yo sigo firme en mi convicción y declaro que así seguiré, hasta que se me presente un estudio prospectivo, comparativo, aleatorizado y doble ciego que demuestre que el olvidar es la mejor herramienta que tiene el HOMBRE EVOLUCIONADO para ser feliz. Es a donde mi naturaleza científica me conduce y le haré caso.

Si Nietzche no se retracta, entonces me da lo mismo si sigo siendo ante sus ojos un animal. Un animal que a propósito organiza y almacena sus recuerdos para accidentalmente reencontrarlos de vez en vez solo para darse cuenta de dónde es que viene y hacia donde debe dirigirse.

Algún día, Nietzche, regresará la magia a mí, y entonces podré invocarte e invitarte un trago coqueto en El Riviera o en un Catamarán, y discutiremos entonces sobre las diferencias entre los hombres y los animales, así como también los beneficios de ser una u otra cosa.

Algún día, Nietzche, ha de regresar la magia a mi… las fotos me lo han revelado…

Algún día, Nietzche, algún día… esa es la nueva porfecía